Esta es la historia del oso que combatió a los nazis y venció. Todo comienza con la ocupación de parte de Polonia por el ejercito Ruso en 1939. Miles de soldados polacos fueron capturados y llevados a campos de prisioneros en el centro de la Unión Soviética donde tenían que pasar las noches en tiendas de campaña soportando temperaturas inferiores a -50ºC.
Dos años después, en 1941, los nazis llevaron a cabo la operación Barbarroja, consistente en atacar Rusia y fue por esto que Stalin tuvo que pedir ayuda militar a todos los países posibles. Polonia se ofreció a prestar su ayuda a cambio de la liberación de los miles de prisioneros polacos que se encontraban capturados en Siberia. Stalin aceptó y en 1942 liberó y evacuó a 40.000 soldados y 26.000 civiles a Irán a través del Mar Caspio.
Una vez en Irán, los soldados británicos acogieron a los polacos y les ayudaron a tratar las enfermedades y malnutrición que traían consigo. Recuperada su salud, los soldados quedaron encuadrados en dos divisiones, la 5ª Kresowa y la 3ª Carpática. El próximo destino para estas divisiones sería El Líbano donde se encontrarían con el resto de las tropas polacas.
De camino a este campamento, en algún paso de montaña entre Irán e Irak, estos hombres se encontraron con un chico que estaba hambriento y pedía comida. Los soldados le ofrecieron unas latas de carne y se percataron de que el chico llevaba un bulto a los hombros. Un bulto del que salía una cabeza de oso pardo. El chico explicó que había encontrado el osezno de pocas semanas de vida en una cueva y que alguien había matado a su madre por lo que estaba malnutrido y a punto de morir. Al ver esto, los soldados polacos se encariñaron con el osezno e intentaron agasajar al niño con golosinas a cambio de que este les diera el oso. No fue fácil, pero tras mucho chocolate y un bolígrafo que se convertía en navaja el chaval no pudo resistirse e hizo el intercambio.
De camino a la base donde se quedarían las divisiones, los soldados improvisaron un biberón con una botella de vodka llena de leche condensada que sacaban de sus raciones, mezclada con agua y un pañuelo que hacía las veces de tetina. El oso, agradecido por estos cuidados, se sintió a salvo y buscó un sitio caliente y tranquilo donde dormir. Encontró este lugar junto a un soldado llamado Piotr, soldado al cual desde este día buscaría para ir a dormir cada noche.
Ahora que el oso pertenecía a la familia había que darle un nombre por lo que le bautizaron como Wojtek que es un nombre típico Polaco. Wojtek creció rápido y cambió la leche condensada por cerveza y cigarros que los soldados le ofrecían a cambio de jugar con él a la lucha libre o de que se levantara y saludara. Tan bien llegó a levantarse y a caminar como un bípedo, que en los desfiles del ejercito polaco Wojtek también desfilaba erguido sobre dos patas junto a sus compañeros.
En 1944 llegó el momento de pasar a la acción. Se le encomendó al ejercito Polaco que se dirigiera a Egipto desde donde zarparían en barco hasta Italia para ayudar a los aliados a arrebatar Roma de las manos del ejercito alemán.
Una vez en el puerto y listos para emprender el viaje a Italia los británicos, que no dejaban a los soldados viajar con mascotas, prohibieron el paso de Wojtek al barco. Los soldados polacos, que no pensaban ir sin su camarada, tomaron la decision de alistar en el ejercito polaco a Wojtek para que así pudiera tener la misma documentación que cualquier otro soldado y pudiera viajar sin problemas. Una vez que enseñaron esta documentación a los británicos, Wojtek pudo viajar en el barco junto al resto de la compañía, pero no sin antes recibir una palmada en el hombre del soldado británico que pasaba lista como forma de bienvenida.
Los polacos entrarían en combate en Monte Cassino junto a muchos otros aliados. Allí, las posiciones avanzadas debían ser abastecidas de alimentos y munición por peligrosos y abruptos senderos, estas provisiones estaban normalmente abastecidas mediante una mula pero en esta ocasión fue Wojtek se acercó al camión y empezó a tirar de las cajas de munición para ayudar a sus compañeros. Los polacos entendieron que había llegado la hora de convertir a Wojtek en un soldado de verdad. Le pusieron unas alforjas al oso y le cargaron con la munición más pesada para que les pudiera ayudar abasteciendo las distintas posiciones. Gracias a la fuerza y resistencia de este oso, un mes más tarde, los polacos consiguieron hacerse con la abadía de Monte Cassino expulsando a los alemanes y asegurando ellos la posición.
Tras esta inusual victoria, un soldado dibujó al oso llevando un proyectil al hombro y convirtieron este símbolo en la insignia oficial de la unidad. Los soldados polacos fueron trasladados a Gran Bretaña donde desfilaron por las calles de Glasgow. Wojtek, el oso soldado, fue aclamado por la multitud como un héroe de guerra.
En 1947 el ejercito polaco quedó desmovilizado y había que tomar una decisión sobre que hacer con Wojtek. Los polacos querían dejarlo en libertad en algún bosque de Gran Bretaña pero las leyes británicas prohibían esto por lo que llegaron a la conclusión de que lo mejor sería llevarlo al Zoo de Edimburgo dónde recibiría tratos especiales.
Pronto se convirtió en la gran estrella del zoo, pero Wojtek echaba de menos a sus compañeros de aventuras. Al principio iban a verle relativamente a menudo y le llevaban cigarros y jugaban a pelearse con él, pero poco a poco fueron dejando de ir y el oso se fue volviendo más apático y deprimido. Al final prácticamente no respondía a los estímulos exteriores que pedían un minuto de su atención. La vida en cautividad para un oso acostumbrado al olor de la pólvora y el sonido de las explosiones era demasiado monótona.
Wojtek dejó de respirar en 1963 a los 22 años de edad. Se erigieron dos estatuas de Wojtek, una en Londres y otra en Ottawa además de una placa conmemorativa en Glasgow, los últimos remanentes de una leyenda de la segunda guerra mundial.